Cuando nacemos, no tenemos idea del camino que nos espera, ni de las enseñanzas que poco a poco aprenderemos. Cuando somos niños queremos jugar con el mundo pero que el mundo no juegue con nosotros, enfrentamos rivalidades y apatías que después del tiempo son motivo de risa. Ni las etapas, ni el tiempo son nuestros merecedores ni los verdugos de nuestro camino, son las pautas para aprender a caer; rasparse un poco y seguir, hasta encontrar otro tropiezo que quizás sea aún más fuerte. Los recuerdos siempre quedan metidos en la memoria, y son los reflejos de lo bonito, lo feo y del dolor, tanto como del amor… estos recuerdos son imágenes que transcurren y cambian de lugar según tu secuencia de eventos, pero en realidad son más que eso, son las imágenes de una vida recorrida tras un cristal empañado de lágrimas y desdenes del destino, como dijo un filósofo todos tenemos un grado de perfección distinto, pero somos perfectos así nos formamos y así decidimos, porque estos recuerdos y esos momentos son los que nos dan nuestro grado de perfección, porque son los que nos enseñan a madurar a tener tras pies, a ver cada segundo la vida de un modo distinto, que importa si te torturaron, cuando tienes un aliento más. No siempre todo sale bien y es necesario, porque en ese caso ¿qué emoción tendría la vida si cada día no aprendiéramos algo nuevo? ¿Si no peleáramos con nuestros amigos? ¿Si no riéramos a carcajadas, si no lloráramos como si no hubiera un mañana? Pero siempre superamos todo porque aunque todos somos aves de paso por la vida, cada uno de nosotros aporta su granito de arena para el reloj del tiempo que en cualquier momento dará la vuelta y te preguntara… ¿y tú viviste lo suficiente? lo importante en la vida no es que tanto tienes; es que tanto lo valoras y que más puedes conseguir! siempre teniendo presente que hay un recuerdo más por vivir!!
La lista de etiquetas está vacía.